martes, 15 de marzo de 2011

Alarma nuclear en Japón, alarma nuclear mundial

Alarma nuclear en Japón, alarma nuclear mundial

PueblodeMayorga posted on marzo 14, 2011 15:26

Es triste, y acepto que ventajista, que en plena situación de crisis gravísima como la de Japón, se retome el debate sobre la Energía Nuclear, y sobre la ubicación del famoso Cementerio Nuclear, casi olvidado por la desidia de quienes tienen que tomar una decisión definitiva. Sin embargo, aceptando la crítica, la posición que esgrimo tiene la desventaja de que la prueba empírica de los argumentos por los que me posiciono en contra de la ubicación del ATC en Tierra de Campos solamente es visible si ocurre una desgracia como la que están padeciendo los japoneses.

Quiero recordar que hace más de 1 año que mucha gente viene advirtiendo de los peligros de ubicar esta instalación en cualquier lugar cercano a poblaciones habitadas, por muy deshabitadas que estén. Quiero recordar que hace más de 1 año que nos manifestamos en contra porque creemos que el riesgo que implica vivir tan cerca de una auténtica bomba nuclear, no es aplacado por los cientos de millones de euros que se prometen, aunque su cumplimiento sea más que dudoso.

En Japón, hasta hoy paradigma de la Energía Nuclear y de la previsión de terremotos, están viviendo un momento en el que, un fenómeno natural, incontrolable, y ajeno a la voluntad humana, ha provocado (hasta el momento) que se haya evacuado a más de 200.000 personas en un radio de más de 20 Kilómetros a la redonda, y que la cifra de afectados por radiación esté en 160 personas. Ha provocado que se hayan liberado partículas radioactivas al exterior para estabilizar el reactor, y un despliegue de más de 10.000 soldados para cerrar el área afectada. Ha provocado que el gobierno japonés haya calculado que en menos de 6 horas, si hubiera una nube radioactiva, esta llegaría a los límites de esos 20 kilómetros a la redonda. Aún así, algunos quieren seguir haciéndonos creer en las bondades y la seguridad de estas instalaciones.

Sin embargo, no me resigno a olvidar que representantes de ENRESA, en Melgar de Arriba reconocieron que no existía un Plan de Seguridad para el exterior del ATC. Tampoco me resisto a recordar a Eduardo Gallego (experto del Consejo de Seguridad Nuclear que hoy en la Ser decía que no había riesgo para la población) reconociendo que el ATC liberaría gases por sus chimeneas, y que estos serían gases radioactivos. Mucho menos me resisto a olvidarme de los alcaldes implicados diciendo que “si hubiera algún riesgo no lo pedirían”. Pues bien, aquí está el riesgo, y aquí está la prueba.

La realidad nos dice que se sabe muy poco de las consecuencias de la una catástrofe nuclear, porque no ha habido muchas, pero lo poco que se sabe es que son auténticamente devastadoras, imprevisibles, e incontrolables. Y por todo ello, hay motivos más que suficientes para ser muy precavidos cuando hablemos de guardar el combustible de esos reactores que hoy han puesto en jaque a una de las economías más fuertes de planeta.

No hablemos de costes de producción de luz, ni de contaminación, porque ahora no toca ese debate. Hablemos de verdades, y de consecuencias. Hablemos de que nunca pasa nada, pero el día que pasa no se ve a los que vendían aquella idea de la inocuidad. En fin, hablemos de hasta dónde estamos dispuestos a arriesgar para beneficiar siempre a los mismos. Y porqué no, recordemos que a día de hoy, los dos concejales que han firmado los compromisos de venta de sus terrenos a sus Ayuntamientos siguen con su cargo, y no han tenido la mínima dignidad de dimitir.

Roguemos para que esto se quede aquí, para que no vaya a más. Hagamos votos para que todo se estabilice y no se produzca lo que todos los países del primer mundo temen, porque sería un palo para su modelo energético. Eso sí que es triste. Que unos piensen en que no se produzca la desgracia para no confirmar sus temores, y otros que no se produzca para no tener que cambiar el modelo de producción de energía y optar definitivamente por energías limpias, inocuas, y sin coste de gestión de residuos.

ENRIQUE RÍOS ARGÜELLO

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