Jeronimo de la Rosa, miembro de "Tierra de Campos Viva"
Cuando el ministro de industria Miguel Sebastián dijo que iba a haber tortas para albergar el cementerio nuclear, no nos dijo que iban a ser porque todo el mundo querría quitárselo de encima. A estas alturas de la película a nadie se le escapa que lo que se “rifa” es el peor de los residuos industriales y que si alguien lo quiere es porque piensa embolsarse un dinero que no tendrá que ganar costosamente. Ningún partido político a nivel autonómico, esté en el gobierno o en la oposición, lo quiere para su región. Los partidos mayoritarios no quieren contrariar a las eléctricas a nivel nacional pero a nivel regional todos están de acuerdo: debe ir para otro sitio.
El vergonzante proceso puesto en marcha por el ministerio de industria, de la mano de ENRESA, presume justamente de lo que carece, se autodefine como democrático, transparente y regido por el principio de voluntariedad; los que vivimos con la angustia de habernos convertido en voluntarios a la fuerza, sabemos bien hasta que punto es falsa esta definición.
El ministro daba por terminada la pelea el pasado viernes, había decidido regalárselo a Camps a pesar de la insistencia de Montilla y Barreda para llevárselo a sus feudos, la excusa sería un informe seudo técnico. Bromas aparte, parece que la decisión no contó con la aprobación de la vicepresidenta Mª Teresa Fernández de la Vega y el PSOE valenciano que, como los demás, tampoco lo quieren para su tierra.
Los candidatos de Castilla y León han caído bastante abajo en el ranking, éste al menos no ha tenido en cuenta las palabras del alcalde candidato Santiago Baeza: “hay que nuclearizar nuevas zonas”. Una vez que este ranking se ha hecho público el gobierno tendrá muy difícil justificar que de no colar en Valencia habría que probar con otra comunidad gobernada por el PP, pues a las gobernadas por el PSOE, no hay quien se lo cuele. Por ello tengo razones para estar contento, pero recuerdo con nitidez las caras de los representantes de la plataforma de Zarra, imaginarme por lo que están pasando ahoga mi alegría.
Así las cosas, el gobierno debería renunciar a la construcción del silo nuclear, sustituir al ministro de industria y a los responsables de ENRESA artífices de este enredo que nos ha llevado a un callejón sin salida. Cumpliendo con el convenio de Aarhus se debería abrir el debate a la sociedad, sin prisas, pues es sabido que estas son enemigas de la democracia; con todas las opciones abiertas escuchar, no solo a las eléctricas sino también a las organizaciones defensoras del medio ambiente; buscando así un verdadero consenso territorial y político para afrontar este grave problema nacional que algunos quieren solucionar comprando la voluntad de 8 alcaldes que no representan ni al 0,01% de la ciudadanía.
Cuando todo esto acabe me haré socio de Greenpeace, aunque mi alter ego, mi burro Baltasar, me ha dicho que él se hará de Ecologistas en Acción, lo siento por Carlos Bravo.
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