lunes, 1 de febrero de 2010

"Desde el palomar"

01/febrero/2010

Hoy por la mañana me he asomado a este Palomar de Tierra de Campos que, en medio de la nada, se abre paso a codazos entre la cultura tradicional de la comarca y las nuevas tecnologías. Hoy por la mañana miro al horizonte llano, extenso y de colores variados, de una tierra que siento mía por la sangre que llevo en mis venas, y por haber vivido en ella vendimias, matanzas, siembras, cosechas, partidos de fútbol contra otros pueblos, amores de verano, y amistades eternas. Y porqué no, porque también pago mis impuestos en ella, seamos prácticos.

El 29 de diciembre de 2009 se publicó en el Boletín Oficial del Estado la convocatoria de solicitudes para la construcción de un Almacén Temporal Centralizado, o lo que es lo mismo, un Cementerio Nuclear. Y como el tiempo pasa, y uno oye voces y ecos en todas partes, decidí subirme al Palomar a leerme tal convocatoria. Más que nada, por aquello de mantener cierta dignidad a la hora de defender una idea; la dignidad de hablar mínimamente informado.

Lo primero que encontré es el motivo de la construcción de este Almacén. El Boletín nos dice que las Centrales Nucleares españolas generan unas 6.700 toneladas de combustible gastado, y que, adicionalmente se generarán cantidades de residuos radioactivos que no podrán ser almacenados en El Cabril, el único Almacén de Residuos existente en España. También, se nos recuerda que hace años se envió combustible gastado de la Central Nuclear de Vandellós 1 a Francia, y que este combustible debe ser devuelto a España.

Todo esto, en principio, no tiene porqué decirnos nada gran cosa a los que no somos más que unos pobres ignorantes de la materia, pero si rascamos la superficie vemos varios aspectos cuando menos llamativos. Empecemos por el final.

A principios de los años 80, un “incidente nuclear” en la Central de Vandellós obligó a desalojar urgentemente el combustible de dicha Central, y llevarlo a Francia para su conservación. Ese incidente, supuso un coste de cerca de 28.000 millones de pesetas, y 60.000 euros diarios al estado francés por almacenarlo.

Más inquietante aún era saber porqué no se puede almacenar en El Cabril, que no tiene agotada su capacidad, ni mucho menos. Y ahí encontramos en el propio Boletín datos que no admiten mucha discusión, y de los que apenas se ha informado a los vecinos de la comarca. En concreto, los residuos procedentes de Vandellós, y el combustible gastado que se traería a esta Tierra vieja y hendida por el rayo, que diría Machado, serían de MEDIA Y ALTA ACTIVIDAD.

El Cabril alberga solamente residuos de BAJA Y MEDIA ACTIVIDAD, es decir, ropa de trabajadores de centrales, herramientas, material de investigación, etc… Lo que se almacenaría en Tierra de Campos sería el nivel máximo de radiación y peligrosidad, que emiten las barras de uranio que sirven de combustible para las Centrales Nucleares, y que, ahora mismo, se almacenan en las propias Centrales, dentro de las piscinas.

Ese almacenamiento en superficie iría acumulando bidones de residuos que, lógicamente, al desprender calor, desprenden también gases que deben ser expulsados a la atmósfera a través de la pertinente ventilación. Pues bien, el proyecto que se publica en el BOE nos remite a varias torres de ventilación de 45 metros de altura, que emitirían día y noche los gases que para dentro de sí no quieren.

Desde mi palomar veo torres, muchas torres. De Iglesias mudéjares, románicas, y algunas casi caídas, pero las que nos traería el Cementerio Nuclear darían un toque al paisaje de mi tierra que no quiero ver; pero sobre todo, no quiero ver, ni imaginarme, el efecto de lo que por ellas saldrá expulsado al medio ambiente.

No me gustaría jugarme en una partida de mus el futuro de los pocos, o muchos, que sobrevivan a la desidia de los representantes políticos de mi tierra, pero parece que a ellos no les importa demasiado. Y digo esto, entre otras cosas, porque nadie nos ha explicado en qué consiste el Centro de Investigación Tecnológica que iría anexo al Almacén.

El BOE nos explica que “El proyecto complementa la función de almacenamiento de combustible gastado con la investigación y desarrollo relacionados con la gestión final de dicho material y tecnologías de protección medioambiental”. Mi pregunta de lego sería la siguiente: ¿qué hace falta para realizar esa investigación con ese material? Solo caben dos respuestas. O manipular el material, o generar el material; y aquí encontramos una nueva sorpresa, puesto que estos Centros de Investigación asociados a los almacenes, precisan construir y albergar un reactor nuclear transmutador, e instalaciones para el reprocesamiento y elaboración de elementos combustibles nucleares del reactor. En definitiva, nuevos riesgos de accidentes nucleares y escapes de radiactividad inherentes a su funcionamiento.

Lo que a uno más le fastidia es que, desde este palomar, no ha recibido noticia alguna que le explique en qué consiste el Centro de Investigación Asociado, en el que con toda seguridad trabajarán los tantos y tantos convecinos de Tierra de Campos formados en energía nuclear, e ingenierías diversas.

Lo que ocurre es que ese trabajo seguro que obtendrán mis amigos Pepe el Pastor, o Rogelio el segador, a los que diviso desde la ventana de mi palomar, durará 60 años. Parece mucho tiempo, pero no olvidemos que tenemos la responsabilidad de cuidar por el legado que dejaremos a nuestras generaciones futuras. Un legado que consistirá en que vean cómo se desmantela “el maná” caído del cielo que llegó a Tierra de Campos gracias a la extraordinaria habilidad de unos gobernantes de los que nunca más se supo desde que consiguieron el puesto de trabajo de “Coordinadores Generales de Tratamiento y Reciclaje de Combustibles gastados que no querían en las Comunidades que generaban mayor número de residuos”.

Un legado que era temporal, no por gusto, sino porque esa solución nunca ha sido la que los expertos han definido como la mejor, ya que los expertos del Ministerio de Industria abogan por los AGP (Almacenamientos Geológicos Profundos), es decir, excavados, no en superficie.

Todo esto da que pensar. Y con el gélido viento de una mañana de enero en Tierra de Campos pienso en porqué el ser humano es tan atrevido con la madre Naturaleza. Le debemos todo: el agua que bebemos, el aire que respiramos, la comida que comemos. Y además, ella misma cuida de nosotros, situando cerca de nosotros animales extraordinarios, cuya posible extinción a causa de la mano humana, será la que pueda servir para evitar disparates como el que nos quieren vender. Quizá sean las avutardas, o el aguilucho cenizo los que excluyan a Melgar de Arriba y Santervás de la carrera Nuclear, puesto que la propia normativa protege los espacios denominados como ZEPAS (Zonas de Especial Protección de Aves), o LICS (Lugares de Importancia Comunitaria), y las zonas cercanas a ellas. También los lugares de interés histórico-artístico, pero debe ser que a los alcaldes ya no les interesa el Camino de Santiago que pasa, curiosamente, por Santervás y Melgar de Arriba.

Sería toda una paradoja que los dos motivos fundamentales para no conceder a ninguno de estos pueblos la instalación del Almacén, y del Reactor, fueran unas aves por las que se han cobrado ayudas y subvenciones durante décadas, y un camino por el que se han construdio albergues, y promocionado pueblos.

La vida da muchas vueltas, y “cosas veredes, amigo Sancho”. Esto no ha hecho más que empezar, así que desde este palomar casi derruido, invito a la reflexión y anuncio: la próxima semana, hablaremos de Gobiernos…

ENRIQUE RÍOS ARGÜELLO, Abogado Colegiado nº 2499 del Ilustre Colegio de Abogados de Valladolid.

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